- A Jorge Bergoglio lo aburría la solemnidad.
- Y cuando le tocaba ser la frutilla del postre de los innumerables compromisos apuntados en la agenda vaticana, se entregaba manso a ese vía crucis aunque en algún momento, inesperado, solía poner en aprietos a sus guardias de seguridad.
A Jorge Bergoglio lo aburría la solemnidad. Y cuando le tocaba ser la frutilla del postre de los innumerables compromisos apuntados en la agenda vaticana, se entregaba manso a ese vía crucis aunque en algún momento, inesperado, solía poner en aprietos a sus guardias de seguridad.